La historia del ciclismo en 80 días

Hay libros en los que importa tanto el contenido como la forma. Son obras que atraen por lo que cuentan y enamoran por cómo lo cuentan. Libros que uno quiere tener siempre a mano, porque sabe que volverá a ellos una y otra vez. Obras que se disfrutan al leerlas y contemplarlas por primera vez, pero que siguen muy vivas y mantienen intacta su capacidad de sorprender pasado el tiempo. Es el caso de La historia del ciclismo en 80 días, escrito por Giles Belbin e ilustrado por Daniel Seex, una joya editada en España por Libros de Ruta

La obra muestra 80 historias del ciclismo, todas ellas magistralmente ilustradas. Se lee rápido, pero no se olvida, y es un libro en el que uno se recrea, por la belleza de las ilustraciones y también por el interés y la originalidad de las historias narradas. Las hay más y menos conocidas, naturalmente. Se puede leer este libro en distintos niveles, y en todos ellos se disfruta. Lo gozará quien conozca las historias contadas, por la precisión y belleza con las que se narran, y también, claro, por las excepcionales ilustraciones. Y lo disfrutarán mucho también los amantes al ciclismo que apenas sepan nada de las grandes gestas del pasado, e incluso quienes no sean grandes aficionados, pero quieran dejarse sorprender por esta deliciosa obra, para los que hay un glosario de términos al final del libro. 


Desde la muerte de Fausto Coppi, que es el primer día de estos 80 en los que los autores recorren la historia del ciclismo, hasta la gesta de Tommy Godwin de correr 120.805 kilómetros de seguido durante un año sin parar, el libro se detiene en días clave del deporte de la bicicleta. Esta otra deja claro que el ciclismo es tal vez el deporte más literario, el que más elementos tiene para convertirse en material de novela: el esfuerzo agonístico, el afán de superación, los retos constantes, las batallas, la pasión de los aficionados, la locura de asaltar en bicicleta cimas montañosas gigantescas... Cada episodio es maravilloso, desde los más famosos a los que el lector desconocía por completo. 

Es imposible quedarse con unas pocas de estas historias, pero como tampoco queremos hacer spoiler del libro, citaremos sólo algunas. Por ejemplo, es fascinante la historia de la creación de la Tirreno-Adriático, que nació en 1966 porque Italia se dio cuenta de que la Milán-San Remo estaba demasiado dominada por corredores extranjeros, en parte porque venían en forma de la París-Niza. Como la Milán-Turín coincidía con la prueba francesa, las autoridades transalpinas decidieron crear la Tirreno-Adriático, la carrera de los dos mares, para que los ciclistas locales tuvieran opción de llegar en plena forma a la Classicissima. Y así nació esa prueba, que sigue coincidiendo en fechas con la carrera del sol, ambas pruebas disputadas poco antes de la Milán-San Remo. 

En el libro aparecen varias de las mejores ciclistas de la historia. Es llamativa la historia de Beryl Burton, por ejemplo, quien se impuso a todos sus rivales (hombres y mujeres) en la contrarreloj de 12 horas Otley CC. También es fascinante el logro conseguido por la alemana Christa Rothenburger-Luding, quien en 1988 se convirtió en la primera (y la única) deportista en ganar en el mismo año medallas en los Juegos Olímpicos de invierno (en patinaje de velocidad) y de verano (en ciclismo en pista). Después de esa cita olímpica se decidió que los JJOO de verano no coincidieran con los de invierno. 

Los autores de La historia del ciclismo en 80 días se detienen también, por ejemplo, en la Carrera de la Paz, símbolo de entendimiento entre Polonia, Checoslovaquia y Alemania en los tiempos grises de la Guerra Fría. O en la condecoración a título póstumo de Gino Bartali por salvar la vida de 800 judíos, escondiendo en el cuadro de su bicicleta y bajo su sillín documentación falsa durante la Segunda Guerra Mundial. Bartali no habló nunca de esa hazaña, que se conoció cuando él ya había muerto. "Hay medallas que cuelgan de tu alma, no de tu chaqueta", había afirmado el genial ciclista italiano. Por supuesto, el libro incluye entre esos 80 días clave en la historia del ciclismo el 1 de julio de 1903, cuando dio comienzo el Tour de Francia, creado por L'Auto, escisión de Le Vélo. El editor y primer organizador de la ronda gala, Henri Desgrange, declaró al finalizar su primera edición: "a lo largo de mi vida he fantaseado con muchos sueños en torno al deporte, pero nunca había concebido algo tan precioso como esto que es hoy una realidad". 

Ese día cambió para siempre la historia del deporte y del ciclismo, igual que cuando Alphonse Steinès, asistente de Desgrange, le sugirió incluir etapas por los Pirineos en la ronda gala. Cuando fue a explorar posibles recorridos, Steinès se encontró con unos puertos nevados y acabó al borde de la hipotermia. Pero nada de eso contó en el telegrama que envió al organizador del Tour: "Tourmalet cruzado. Stop. Carretera muy buena. Stop. Totalmente ciclable. Stop". Totalmente ciclable, escribió Steiès. Totalmente disfrutable, La historia del ciclismo en 80 días. Una joya a la que reservar un espacio de honor en la biblioteca de todo buen amante de este deporte. 

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